Momentos de Reflexión

 

Añoranza Navideña

 

En mi ya muy lejana niñez, aquella en que la inocencia me duró lo que un suspiro, no recuerdo haber conocido, ni de oídas, al ahora tan famoso, “Santa Claus”, personaje muy popular en el mundo de hoy. Quizá en mis tiempos infantiles, este Ser Mítico, por joven, estaba lampiño, y en vez de capa roja y trineo, usaba calzón blanco y calzaba huaraches, montando un burro ensombrerado como transporte vehicular. En aquel mi tiempo, tampoco Los Reyes Magos del Oriente tenían la fama y facultades donadoras, con las que ahora cumplen las solicitudes de pequeños “angelitos” que solo quieren Celulares con videos, o muchos otros tipos de entretención electrónica para ampliar “dizque” el intelecto infantil, con solo apretar un botón, y así consiguen cerrar esa su Herencia Divina llamada “cerebro”, pues el aparato ese, con precio de varios ceros a la derecha, hará todo por su causa, sin que el infante haga algo para activar su mente.

Que regalo tan maravilloso traen ahora los Reyes Magos…a los papás de los niños. Estos adultos, ahora simplemente prenden la luz del cuarto de los peques, los sientan frente al juguete ese tan inteligente, y la responsabilidad paternal,…hasta luego.

En el tiempo ido, ahora añorado por mí y por aún algunos vivientes de la llamada Tercera Edad, sólo había un proveedor de los regalos infantiles. Eso, cuando las posibilidades económicas de la familia, eran más o menos boyantes, y el comportamiento del menor lo ameritaba, esta personita, depositaba su chanclita, raída por el uso excesivo, bajo o junto al Nacimiento instalado en casa, con fervor y mucho respeto, con la Esperanza de que El Niño Dios, el Adorable Pequeño Señor, le dejara de regalo, lo que solo cabía en sus muy Divinas Manecitas. Un trompo, un yoyo, un balero, canicas, uno de esos juguetes de madera para que el niño lo armara con sus propias manos, pensando la forma de lograrlo, un libro, un rosario, o un dulce, que mitigara en algo la amargura del frío decembrino.

 

 

Que diferencias tan notorias, en todo, produce el tiempo. Costumbres, comportamientos añejos que relajan al recordarlos y al compararlos, muy a pesar de reconocer que el modernismo actual, tiene sus grandes logros en muchos aspectos, pero que perdió la visión de lo que quedó atrás de tradición, de padres, abuelos, y bisabuelos. Y del respeto y atenciones que se merecen, los que aún existen. Pero la gran mayoría de los residentes del mundo actual, piensan y lo aseguran, que lo que ahora “está bien chido” y aseveran con un “O no, Güey???! Puro modernismo en actitud y léxico.

 

Además, parece que la palabra “GRACIAS”, desapareció del Diccionario.

 

Navidades del 2007

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